vía El Economista.
El Paquete Económico que el presidente López Obrador envió al Congreso de la Unión para el Ejercicio 2023 refleja una ausencia de creatividad y de voluntad para aterrizar en los hechos lo que desde Palacio Nacional se insiste en llamar la Cuarta Transformación. La conversación entre los mexicanos a estas alturas del sexenio debería ocurrir alrededor de lo que la actual administración les ha quedado a deber y que quedará a deber en virtud de que sabemos que se encuentra en el ocaso, conforme a la historia política y económica de México nos lo indica, y que muy pronto todos los esfuerzos del presidente y su gabinete se enfocarán a gestionar el cierre y eventual entrega del poder.
Lo primero que hay que decir es que dado que no ha habido cambios relevantes en la Ley de Ingresos, así como tampoco en las leyes del IVA, del ISR y la de Derechos, por ejemplo, y que la estructura del Presupuesto de Egresos de la Federación refleja en realidad los caprichos presidenciales, más que un ejercicio de planeación de largo plazo serio, en realidad no han ocurrido cambios estructurales que permitan sostener la afirmación del presidente en el sentido de que ha mejorado la distribución del ingreso en nuestro país.
Una mejora permanente en la distribución del ingreso podría haberse logrado con una reforma hacendaria que redistribuyera las cargas fiscales entre los hogares según el decil de ingresos en que se ubican, al mismo tiempo que garantizara mejoras permanentes en el bienestar de los hogares más pobres de nuestro país, con mejores servicios de salud y servicios educativos de mayor calidad, que permitieran mejorar la dotación de capital humano en esos deciles de ingresos más bajos, es decir, que permitieran a las personas que se ubican en esos niveles socioeconómicos, sobre todo a las niñas, niños y adolescentes, gozar de mejor salud para lograr un desarrollo físico-intelectual superior al que pudieron lograr sus padres, así como obtener una mejor formación educativa, tales que les permitan incrustarse en actividades mejor remuneradas y con ello tener la oportunidad de incrementar el ingreso promedio de sus hogares.
Eso no se percibe en el Paquete Económico 2023.
El presupuesto propuesto para la Secretaría de Salud es en términos reales prácticamente el mismo que el aprobado por la Cámara de Diputados para 2022.
En el caso del presupuesto propuesto para la Secretaría de Educación Pública, el incremento en términos reales se ubica en alrededor del 2 por ciento, un esfuerzo demasiado tímido si tomamos en cuenta los desafíos educativos que nuestro país tiene en frente.
A manera de ejemplo, en la parte de ingresos no ha habido la menor intención del presidente López Obrador y de su equipo en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para modificar de fondo dos variables clave para el desarrollo del sector telecomunicaciones. Por un lado, está el IEPS que se cobra sobre los servicios de telecomunicaciones, por orden del Ejecutivo con aprobación del Congreso de la Unión, impuesto que al imponerse sobre el precio que los operadores de servicios de telecomunicaciones en nuestro país cobran a sus usuarios, es trasladado de manera directa al bolsillo de estos. Si el gobierno tuviera una verdadera convicción por resolver el problema de la cobertura, podría empezar por eliminar ese impuesto que es un inhibidor de la adopción de los servicios de telecomunicaciones en México.
De igual forma, los elevados cobros del gobierno federal por el uso de bandas de frecuencias del espectro radioeléctrico por parte de redes de telecomunicaciones inalámbricas, es también inconsistente con la urgencia de llevar más infraestructura de conectividad a todas esas localidades que hoy no gozan de la presencia de redes de telecomunicaciones que permitan que la población se pueda comunicar con el resto del país de manera permanente. Así como estos hay muchos ejemplos donde el actual gobierno renunció a hacer cambios de fondo.
La pereza y la falta de valor para enfrentar el costo político de impulsar cambios fiscales de fondo, condenan sobre todo a los mexicanos que menos tienen. En suma, no hay tal transformación.
*El autor es economista.
@GerardoFloresR
