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Algunos efectos de mercado 
de la preponderancia

Más de dos décadas después de la privatización del entonces monopolio gubernamental de las telecomunicaciones y la consecuente entrada de competidores al mercado, hemos padecido en México la incapacidad para gestar un entorno de competencia efectiva en sus mercados.

En reconocimiento de parte de las autoridades a que ningún mercado amerita llamarse en competencia si sus principales empresas fija y móvil ostentan en promedio tres cuartas partes del mercado (medido en líneas e ingresos), así como la marcada presencia de la de televisión, se ha cumplido con el compromiso de la reforma constitucional en materia de telecomunicaciones de determinar que las empresas del Grupo Carso (Telmex y Telcel) y de Grupo Televisa son agentes económicos preponderantes.

El qué de la preponderancia

La reforma estipula que un agente es considerado preponderante cuando cuente, directa o indirectamente, con una participación nacional mayor a 50%, medida por el número de usuarios, suscriptores, audiencia, por el tráfico en sus redes o por la capacidad utilizada de las mismas.

Con esto se busca la nivelación de la competencia, tanto en el sector de las telecomunicaciones como en el de la radiodifusión, a través de medidas de regulación asimétricas. Estas medidas asimétricas se conciben como remedios diversos encaminados a limitar el poder de aquellos agentes que detenten un mayor poder de mercado, las cuales, adicionadas a otras obligaciones y sanciones específicas, están enfocadas a establecer simetrías para todas las empresas participantes en la provisión de servicios de telecomunicaciones.

El cómo de la preponderancia

Es posible agrupar las medidas de la Declaratoria de Preponderancia en los siguientes grandes grupos: de infraestructura, de contenidos, de publicidad, de tarifas de interconexión, de tarifas y prácticas publicitarias, de transparencia, de roaming y otras medidas. También existen medidas de Gestación de Nuevos Competidores, con la licitación de espectro para dos nuevas cadenas nacionales de televisión, medidas de compartición de contenidos (must-carry y must-offer) y medidas de reasignación del espectro radioeléctrico, con el apagón analógico y la tan elusiva migración a la Televisión Digital Terrestre. A continuación se comentan solo algunas, por obvias restricciones de espacio.

En el agregado, la determinación de agentes preponderantes y el establecimiento de medidas de regulación asimétricas en el sector de radiodifusión permitirá reducir sustancialmente las barreras a la entrada de nuevos competidores. Esos nuevos competidores enfrentarán una estructura de costos más bajos y rigideces de parte de los preponderantes para bajar sus precios, debido a los efectos de estrangulamiento de márgenes en que todo esto resulta.

Con ello es posible anticipar la materialización de incentivos para la entrada al mercado de radiodifusión a través de una disminución en los costos, que hará más rentable la operación de los agentes de menor tamaño.

El cuánto de la preponderancia

Múltiples serán también los efectos que la declaración de preponderancia tendrá en los sectores de telecomunicaciones y radiodifusión, más aun sobre la radiodifusión.

El viernes pasado Televisa despertó enfrentando principalmente a un solo competidor comercial en televisión: TV Azteca. Para cuando se fue a dormir, sabía ya que en medio año esa competencia se multiplicará con el ingreso de dos nuevas cadenas privadas más una gubernamental. Un ejemplo puede resultar sumamente ilustrativo de los efectos aquí descritos.

Es razonable pensar que el despliegue de una empresa competidora de Televisa en el negocio de la televisión requeriría de costos de capital, infraestructura, generación de contenidos, permisos y otros que se pueden estimar en el rango de 2,000 millones a 3,000 millones de dólares. Con base en la evidencia de mercado, este despliegue de una nueva empresa de radiodifusión requeriría de dos y medio a tres años para comenzar transmisiones a nivel nacional.

Bajo estos escenarios de compartición de la infraestructura y contenidos de Televisa, es también razonable pensar que esos costos se reduzcan a una quinta parte para cubrir la operación y, en proporción mínima, el despliegue de nuevo capital. Respecto de los tiempos, sólo lo necesario para materializar los acuerdos comerciales de Televisa con el nuevo entrante, acaso un plazo de tres a seis meses.

 Las bases de licitación especifican que los ganadores de las nuevas cadenas serán notificados a más tardar el 9 de septiembre próximo. Sabemos también que bajo estas nuevas condiciones , el preponderante en radiodifusión tendrá operando frente a sí esos nuevos competidores con ventajas de costos, usando la infraestructura de Televisa y todos los demás elementos descritos, posiblemente tan pronto como en el mes de marzo del próximo año.

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Gerardo Soria Gutiérrez Es abogado y consultor en derecho especializado en telecomunicaciones de México. Licenciado en Derecho, summa cum laude, por la Universidad Iberoamericana...