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El análisis fácil de la preponderancia

 

 

 

Gerardo Flores Ramírez | El Economista | 15 Marzo 2016

A propósito de que hace poco más de una semana se cumplió el plazo de dos años que el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) estableció para evaluar el impacto de las medidas que impuso a los agentes económicos preponderantes en los sectores de telecomunicaciones y de radiodifusión, en los días recientes he tenido oportunidad de leer la opinión de algunas personas involucradas en dichos sectores que buscan, unos, explicar por qué las medidas no han funcionado o han tenido un efecto mínimo, y otros, por qué sí han funcionado.

Por ahí leí por ejemplo una nota donde el autor se avienta el tiro, como coloquialmente se dice, de afirmar que lo importante no es examinar cómo está la participación de cada operador en el total de usuarios, sino ver la dinámica que se ha observado al interior del sector telecomunicaciones. Desde luego que es importante ver la dinámica con la que se mueven los mercados, pero también resulta fundamental revisar qué ha pasado con la concentración, eso es lo que trata de resolver de raíz la figura del agente económico preponderante. No hay que perder de vista que en otros momentos de la historia de la regulación de las telecomunicaciones en nuestro país pudimos observar coyunturas en las que la “dinámica” apuntaba a que la competencia se fortalecía, sólo porque en determinados meses se había observado que los competidores del operador dominante habían incorporado más usuarios que éste. Ahí está el caso cuando se abrió el mercado de larga distancia, o también cuando entraron nuevos jugadores al mercado móvil a finales de los 90.

Quienes se acuerdan de esos episodios saben muy bien que en un descuido, el dominante reacciona y la dinámica se va por el caño. Para hablar de dinámicas en el sector telecomunicaciones, si queremos ser serios, tenemos que abarcar periodos suficientemente largos, quizá de cinco años por lo menos, en los que podamos analizar que efectivamente ha habido una mejora sistemática en los indicadores de participación de mercado, que se refleja en una dinámica en los montos de inversión comprometidos por cada agente y en la dinámica de precios que han enfrentado los usuarios. Pensar que porque a lo largo de un año un operador captó más usuarios que el dominante -en el caso que nos ocupa, el preponderante- es suficiente para afirmar que las medidas que se le impusieron a éste para controlar su desmedido poder han sido efectivas, es ser miope. Lo que no podemos perder de vista es que el preponderante sigue concentrando el mismo porcentaje de usuarios que hace dos años.

Por otro lado, hay quienes afirman que la solución al problema de la concentración en nuestro país es permitir que al preponderante se le permita entrar al único mercado que en México no domina -porque hasta ha tenido prohibido prestar el servicio de televisión de paga-. Por alguna lógica que no termino de entender, quienes promueven esa idea nos quieren hacer creer que al entrar a ese mercado, el preponderante por arte de magia empezará a comportarse en forma competitiva. Argumentan que al no permitirle la prestación de ese servicio, nos colocamos en una deshonrosa posición en el contexto internacional. Pasan por alto desde luego que México tiene la deshonrosa posición a nivel mundial donde un solo operador, en el mercado móvil, ha llegado a mantener durante muchos años una participación de 70% o más. Sólo nos comparábamos con China o Colombia, este último, país en el que casualmente el grandote es el mismo que en México. No nos confundamos, ya la OCDE advirtió los riesgos de permitir que América Móvil entre al mercado de televisión de paga, sin habernos asegurado de que realmente se comporta en competencia en los demás mercados.

Como puede observarse, el tema dará para una discusión intensa, discusión que el IFT deberá conducir en forma ordenada.

*El autor es senador de la República.

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