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Licitación de radio frustrada

Lo que pintaba para ser una impecable licitación de frecuencias para radio, está terminando de manera lamentable. Las mentiras de Tecnoradio (al no revelar los lazos consanguíneos con Javier Pérez de Anda, accionista de Radiorama), sumado a la falta de escrutinio por parte del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), tienen un desenlace desafortunado para la licitación.

La historia ya es ampliamente conocida. El Instituto del Derecho de las Telecomunicaciones (IDET), emitió un boletín al respecto, en el que le propone una serie de medidas al órgano regulador, a efecto de evitar un nuevo desaguisado en futuras licitaciones. Entre lo que sugiere el IDET está:

Identificar la información que debe ser verificada de manera activa, entre la que se encuentra, los vínculos familiares, comerciales, organizativos, económicos y jurídicos entre los competidores, a fin de evitar el uso de prestanombres, simulaciones u otro tipo de actos que les permita obtener beneficios indebidos.

Establecer mecanismos de coordinación con las instancias gubernamentales conducentes, a efecto de que se pueda contar con información precisa y oportuna de los distintos participantes en la licitación, en materia financiera, fiscal, de seguridad u otra, que se estime relevante para garantizar el adecuado desarrollo de la licitación.

Implementar un mecanismo de entrevistas personales con los interesados o con los socios o accionistas de las empresas y de sus órganos de administración, en el que se profundice el análisis del origen de los recursos, créditos y garantías que soporten los planes de negocios propuestos.

Establecer en las bases de licitación, el procedimiento dinámico para que los participantes actualicen las garantías de seriedad, incluso interrumpiendo de manera temporal la etapa de subasta, cuando los montos ofrecidos por los participantes excedan un límite previamente establecido, a efecto de evitar la especulación y el desplazamiento de competidores o nuevos participantes.

En otro tema. En días pasados, un ciberataque a nivel global golpeó los sistemas informáticos en más de 170 países. Se trata de virus de tipo ransomware (cibersecuestro), que ha infectado a cientos de miles de computadoras alrededor del mundo. Lo que este virus hace es que secuestra los datos del ordenador y pide en 30 idiomas diferentes un rescate para liberar el sistema.

Conforme va pasando el tiempo, el precio del rescate aumenta y puede afectar a otros equipos, para lo cual se sirve de las redes comunes existentes.

El virus, bautizado como WannaCry por sus creadores, entró por conexiones y puertos abiertos donde se comparten bases de datos. Un ataque ideal para golpear redes de ordenadores, como empresas y oficinas gubernamentales.

El dinero para el rescate se pide en bitcoin, el cual es una moneda virtual que puede encriptar sus datos y así evitar su rastreo. Pagar el rescate no garantiza la recuperación de los datos, además de que fomenta la ciberdelincuencia.

En nuestro país, la Ciudad de México fue el lugar más afectado, seguido por Monterrey y Guadalajara. En su mayoría, las máquinas afectadas estaban conectadas a la red de Telmex. Algo lógico si se tiene en cuenta su posición preponderante.

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