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Unidos para la consulta de revocación

Unidos para la consulta de revocación

2022.03.16

Vía El Economista

Quizá usted también se haya dado cuenta de que está fraccionándose en dos el grupo de ciudadanos que opina que México va por mal camino con López Obrador. Ambas corrientes comparten el objetivo de quitar el poder a López Obrador y a Morena, pero difirieren en el cuándo y en el cómo.

El primer grupo, y el más numeroso el día de hoy, considera que debemos abstenernos de participar en la consulta de revocación de mandato: “Nadie Vota, Nadie revoca y Que se largue cuando le toca” o “Terminas y te vas”, son frases que inundan las redes sociales y son apoyadas por muchos de los principales intelectuales y columnistas del país; y no les falta razón. El gobierno de López Obrador ha pervertido el sentido constitucional de la consulta, y de ser un derecho ciudadano (en el que el gobierno y los partidos políticos tienen prohibido participar) lo ha transformado en una gigantesca e ilegal campaña de propaganda personalizada para López Obrador. Pero ¿para qué quiere una campaña de propaganda un presidente electo para seis años y sin posibilidad de reelección? En circunstancias normales, para nada. El problema es que con López Obrador nada son circunstancias normales. Es un hecho que ya en el poder, en lugar de trabajar, ha dedicado sus esfuerzos a mantener una constante campaña de propaganda en promoción de su imagen, y el engaño de la “ratificación” lo está usando para mantenerse vigente y ocultar el desmantelamiento de las instituciones de México. Si le importa tanto mantenerse vigente es porque no tiene intención alguna de dejar el poder y es muy probable que pretenda modificar la constitución para reelegirse. Así, el ejercicio de la “ratificación” sirve para dos propósitos: (i) hacer campaña y seguirse promocionando (así sea violando la ley y entregando despensas), y (ii) medir su maquinaria de acarreo y coacción del voto. Es un ejercicio que le proporcionará información precisa sobre los ajustes que debe hacer en los programas asistencialistas y en toda su maquinaria electoral que hoy, al igual que en los tiempos del PRI, está incrustada en la administración pública, tanto federal como estatal o municipal. Ante este escenario, no participar en la consulta parece ser lo más racional. Que se quede solo y así nosotros también sabremos cuál es su verdadero tamaño.

El segundo grupo, menos numeroso pero con argumentos válidos, opina que es ahora o nunca; que una participación masiva de aquellos que le han perdido la confianza al presidente podría obligarlo a dejar el cargo o, por lo menos, mandaría el mensaje de que una mayoría de ciudadanos están dispuestos a defender la democracia y ponerle un alto. Es cierto que cuando pierde, López Obrador dice que hay fraude y sólo reconoce aquello que le favorece o conviene, y nada indica que en este caso se apegará a la ley. Simplemente arreciaría su ataques al INE e incluso podría llegar a usar a sus grupos de choque para causar caos y violencia. El personaje que nació quemando pozos petroleros sigue ahí, agazapado bajo una piel de oveja. El riesgo es evidente, pero si existe la menor posibilidad de revocarle el mandato quizá deberíamos aprovecharla y todos los factores reales de poder tendrían que quitarse la máscara: están con la democracia o no. Aquí la pregunta que debemos hacernos es si existe esa remota posibilidad. Me parece que no. Ni los partidos de oposición ni los intelectuales y columnistas con más seguidores en redes sociales están promoviendo esta opción, así es que juntar más de 20 millones de votos para que la revocación sea efectiva me parece casi imposible.

Ambos grupos intentan defender al INE. En eso no hay discusión alguna. El tema es que López Obrador lanzará todo su poder contra el INE sea cual sea el resultado de la consulta. Lo que debemos decidir es cuál de las dos opciones debilita más la pretensión de López Obrador de perpetuarse en el poder. No tengo la respuesta, pero de lo que sí estoy seguro es que los mexicanos inconformes con López Obrador debemos mantenernos unidos y actuar como un solo grupo, apoyando la postura que, con base en una opinión informada, tenga más adeptos el 10 de abril de 2022. No perdamos de vista que el objetivo es compartido.

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