Ícono del sitio IDET

Subsecretaría de Comunicaciones

2020.08.11

Vía El Economista

El intempestivo anuncio que hizo ayer el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Jorge Arganis Díaz Leal, sobre la desaparición de la Subsecretaría de Comunicaciones y Desarrollo Tecnológico, adscrita a esa dependencia, nos permite ver con claridad que para el gobierno del presidente López Obrador la conectividad y la idea de contar con una agenda digital coherente en realidad no son una prioridad. Todo indica que la escasa visión de la 4T en estos temas, ni siquiera apuestan por la inercia, que es lo lógico cuando una autoridad no tiene claridad o experiencia sobre un tema, trabajar sobre la base de lo que se venía haciendo.

En el caso de la actual administración, la apuesta ya no solo es por desmantelar lo que se había hecho anteriormente, ahora van por la degradación del tema en la agenda gubernamental. Se entiende que existe esta obsesión por reducir el tamaño del gobierno, una política muy del corte conservador que tanto critica el presidente, pero lo que no se puede entender es que lejos de acrecentar la importancia de contar con una verdadera agenda digital y un ente de alto perfil encargado de diseñar e instrumentar las políticas para impulsar la cobertura de las telecomunicaciones, incluida la banda ancha, se balcaniza la gestión de esta fundamental tarea en pleno Siglo XXI.

Esto ocurre en un contexto en el que hemos sabido de dependencias que presionadas por la estrechez presupuestal de plano se han visto obligadas a desprenderse de equipos de cómputo, al grado que el presidente sugirió los compartan; también en el contexto de un proyecto denominado CFE Telecom e Internet para Todos que nadie tiene claro cuál es su verdadera misión, sobre todo cuando su director se queja de que por la situación provocada por la pandemia, los proveedores no están surtiendo equipos como antes, porque no es lo mismo ordenar algunos teléfonos que cientos de miles, o sea, el señor ya habla de comprar teléfonos, cuando ni siquiera conocemos la verdadera dimensión, alcance y capacidad de su red; ocurre también en un contexto en el que el gobierno ha sido omiso en dar a conocer su estrategia digital, así como también omiso en estructurar una política sólida en materia de ciberseguridad; y bueno, ya ni hablar de la formación de capital humano para aprovechar al máximo el potencial que ofrece el mundo interconectado, particularmente cuando el presidente desdeña la educación universitaria de calidad cada vez que afirma que ya no habrá estudiantes que sean rechazados en las universidades públicas.

No solo estábamos lejos de países europeos que dentro de las estructuras de sus respectivos gobiernos han llevado el impulso de los ecosistemas digitales a la máxima prioridad, como es el caso de Inglaterra, Italia, España o Francia, que tienen ministerios específicos para la instrumentación de estrategias digitales, o bien, que esa es una de las tareas centrales del ministerio. Lo mismo si nos comparamos con países de nuestro continente como Colombia que hoy se distingue por tener un Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones, con la desaparición de la Subsecretaría de Comunicaciones y Desarrollo Tecnológico, México se perfila cada vez más hacia esa economía con perfil del Siglo XX que privilegia la electricidad generada a base de carbón. Es triste reconocerlo, pero la 4T va en sentido contrario a la modernidad.

Salir de la versión móvil