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Otra vez, el cisne en el pantano

Gerardo Soria
El Economista

Otra vez, el cisne en el pantano El reciente protagonismo de dos funcionarios de la Comisión Fe deral de Telecomunicaciones (Cofetel) dentro de una sección del ejemplar 1537 de El Libro Vaquero es una señal de la violación a los principios constitucionales que rigen al gasto público, de acuerdo con el Artículo 134 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Haciendo caso omiso al mandato cons titucional de administrar con eficiencia los recursos económicos que le son asignados, la Cofetel utilizó un medio de difusión que no es ni remotamente idóneo para lograr que los ciudadanos aprendan a hacer valer los derechos que les corresponden en materia de telecomunicaciones. Por el contrario, en contravención a los principios de eficiencia y economía, eligieron un medio de difusión cuya circulación de 400,000 ejemplares semanales es insuficiente para informar a los más de 15 millones de usuarios de líneas telefónicas, a los más de 90 millones de suscriptores de teléfonos celulares y a los más de 40 millones de mexicanos que usan Internet, segunlos datos proporcionados por la Dirección de Información Estadística de Mercados de la propia Cofetel. Además, los mexicanos leen en promedio 2.8 libros por año, lo que pone en duda la calidad del estudio de mercado y del procedimiento de contratación que -supongo- se habrá llevado a cabo para contratar propaganda.
En un acto de imprudencia, la Cofetel utilizó el dinero del erario para patrocinar su aparición estelar como superhéroe al rescate de los usuarios de servicios de telecomunicaciones, dentro de una publicación que cada semana difunde contenido de ficción. Lo anterior representa un exceso en el ejercicio de su autoridad pues, dentro de las atribuciones de la Cofetel, no aparece la de hacer bromas, chistes o comunicarse con sarcasmo, actuar como superhéroe dentro de tiras cómicas ni transmitir información en el género literario dramático, lo que se pudiera traducir en una violación en materia de protección al consumidor. El artículo 1 de la Ley Federal de Protección al Consumidor prohibe la publicidad engañosa, mientras su artículo 32 prohibe la publicación de diálogos o imágenes que puedan inducir al error o confusión por la forma parcial en que se presentan. La mencionada publicación es confusa, engañosa y parcial, por la imprecisión al describir el proceso de sanción a los proveedores de servicios de telecomunicaciones, que corresponde exclusivamente a la SCT. Así, la Cofetel está impedida para actuar como el superhéroe que pretende ser en sus historietas. ¿Cuántas historietas se habrán subvencionado con el erario publico? ¿Una por semana hasta que termine el sexenio? Vale la pena recordar que no es la primera vez que es to sucede. El IMSS también se promocionó en El Libro Vaquero en noviembre del 2007, cuando Mony de Swaan fue Coordinador de Asesores de una Dirección de ese instituto.
Cabe indicar que el sistema Mi Cofetel constituye tan sólo el ejercicio de algunas de las atribuciones, es decir, obligaciones, que por ley le corresponde cumplir a la Cofetel y su desarrollo no es un mérito o favor para la sociedad, sino que es el simple cumplimiento mínimo de atribuciones que la sociedad merece por parte de la Cofetel. La función de Mi Cofetel no está ni cerca de ser extraordinaria y no merece aplauso ni reco nocimiento especial alguno, mucho menos, cuando se implementa y se promociona a nuestra costa, como si el Ingreso promedio de los mexicanos les permitiera darse el lujo de gastarlo en los laureles de sus gobernantes. En todo caso, el mérito es de los ciudadanos, quienes lo han logrado a través de la democracia que han construido.
La Cofetel, no conforme con usar el gasto público en publicidad para elevar la ya deteriorada imagen que tiene frente a los ciudadanos, no se ha tomado la molestia de cumplir con sus obligaciones mínimas de transparencia y publicar en su portal de Internet la información completa y detallada, relativa a los procedimientos por medio de los cuales contrató diversos servicios, incluyendo, por ejemplo, los servicios legales, según lo reconoció el IFAI recientemente. También realizó contrataciones para prestar servicios de asesoría relacionada con la licitación para la tercera cadena abierta de televisión, cuando ninguna de ellas tiene la experiencia necesaria en los servicios para los cuales fueron contratadas. ¿Habrán llevado a cabo el debido proceso de licitación pública para adjudicar dichos contratos? Inconforme con las imprudencias cometidas previamente, el cisne volvió al pantano: De Swaan está dejando que personas ajenas a la Cofetel tengan acceso a los expedientes de los concesionarios de diversos servicios, permitiéndoles capturar información que es propiedad de éstos y, probablemente, secreto industrial.
¿Pretenderá que las bases de alguna licitación sean un traje hecho a su medida? ¿Para que estara involucrando a terceras personas en la información de sus concesionarios? ¿Estará patrocinando algún proyecto personal? Sea cual sea la respuesta a tales preguntas, ojalá no esté llenando su cochinito o el de sus amigos a costa del erario publico. Y ojalá gastara el presupuesto en publicar la información oficial y no en publicar historietas para mejorar la reputación de la Coíetel, que sólo puede mejorarse elevando la calidad del servicio público.

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