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La ronda uno del TLCAN

El domingo concluyó en Washington la primera ronda del proceso de modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Para este propósito, el Senado de la República ha conformado un grupo que dará acompañamiento al equipo negociador durante este proceso. La función de este grupo de senadores es la de conocer de manera oportuna el desarrollo de las conversaciones entre los tres países, para poder transmitir también de manera oportuna a los respectivos grupos parlamentarios esta información, de manera tal que cuando llegue el momento de que el Ejecutivo federal someta a la aprobación del Senado lo que se haya acordado con Estados Unidos y Canadá, estemos en condiciones de procesar la discusión correspondiente plenamente informados de lo que ocurrió a lo largo del camino y se pueda adoptar la decisión que corresponde a esta Cámara.

Contrario a lo que algunos han querido difundir en algunos espacios periodísticos, el proceso inició bien, con buen ánimo por parte de los equipos negociadores de los tres países y con muchos temas donde hay coincidencias, lo que permitirá lograr el objetivo de modernizar la versión actual del TLCAN sin grandes contratiempos. Hay otros temas en los que desde luego hay posiciones diferentes, que requerirán de mayor tiempo y firmeza al momento de que se aborden de manera específica en las mesas que corresponda.

No es un secreto que un ejemplo claro de ello es el sector automotriz, respecto del que el Representante Comercial de los Estados Unidos, Robert Lighthizer, señaló en su posicionamiento de inicio de las conversaciones que su país buscaría que se revise el tema de las reglas de origen, concepto que se refiere al porcentaje mínimo de contenido regional que debe incorporar la producción de autos en la región para estar en condiciones de que puedan venderse en cualquiera de los tres países sin que deba pagarse un arancel por su importación. Ahí introdujo de manera sorpresiva un concepto que no habían manejado previamente en sus discursos o documentos públicos, que es la pretensión de que los autos tengan también un contenido mínimo estadounidense.

Se trata de una postura incoherente porque es contraintuitiva respecto de lo que representa un acuerdo de libre comercio. Es decir, es imposible hablar de libre comercio cuando una de las partes exige que lo que se intercambie comercialmente entre ambas tenga un contenido mínimo de una de ellas. hoy en día, las exportaciones de automóviles de México a los Estados Unidos ya incorporan un porcentaje que corresponde a partes que previamente fueron manufacturadas en ese país. Pretender incrementar ese porcentaje dañaría a la propia industria automotriz en nuestro vecino del norte. Sin duda alguna, en esta cuestión se presenta un importante desafío para nuestro equipo negociador, que no tengo duda sabrá resolver en forma adecuada.

Habrá que tener paciencia porque en las primeras rondas no habrá noticias de acuerdos específicos. Será hasta la cuarta ronda cuando empiece a darse probablemente el proceso de negociación más intenso, cuando las partes hayan puesto sobre la mesa sus pretensiones concretas para mejorar el acceso al mercado de los otros dos socios. Antes de eso, habrá muchas especulaciones sin sustento sobre lo que se esté discutiendo entre los equipos de negociación.

Así que no hay que dejarse sorprender por gente que busca sembrar temor o que sin darse cuenta del daño que puede ocasionar al proceso de negociación, y por tanto a México, difunde información que no corresponde plenamente a la realidad. En estos momentos, México exige de cada uno de nosotros altura de miras. Ni la pequeñez o la mezquindad política deben ser pretexto para generar desinformación o sembrar zozobra.

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