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La pobre planeación en Pemex y su mediocre desempeño

vía El Economista.

La semana pasada escribí en este espacio sobre la poca seriedad con la que la actual administración ha instrumentado sus políticas públicas o proyectos de inversión, y desde luego, esa poca seriedad se refleja en las metas u objetivos que se han ofrecido a los mexicanos. En mi artículo anterior me enfoqué a referirme a una declaración del presidente López Obrador en la que con toda candidez -simulada, desde luego- había reconocido que subestimó de manera sustancial el tamaño del desafío que significaba su promesa de llevar Internet a todo el territorio nacional.

Para cerrar el año, no está de más que nos asomemos a otra área en la que la planeación e instrumentación ha demostrado ser simplemente un desastre, en este caso me refiero a Pemex y los planes del equipo del presidente para ofrecer un nuevo y vigoroso papel para esta empresa productiva del estado.

A manera de contexto, es importante recordar que en 2019 cuando se anunció el Plan de Negocios de Pemex para el período 2019-2024, la empresa estableció con excedido optimismo que para 2022 el volumen de producción promedio diaria se ubicaría en 2 millones 321,000 barriles diarios, y que para 2024, se ubicaría ya en 2 millones 697,000 barriles diarios. Sin embargo, según el reporte de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) para noviembre de este año, el volumen de producción de petróleo crudo de Pemex, incluyendo condensados, fue de 1 millón 747,000 barriles diarios, lo que nos indica que la producción para el último mes del que tenemos reportes se ubicó por 574,000 barriles diarios por debajo del promedio que Pemex había programado para 2022.

Recientemente, con base al nuevo Plan de Negocios, en este caso para el período 2023-2027, Pemex ajustó ya sus metas de producción. Por ejemplo, de aquel sobrado dato de casi 2.7 millones de barriles diarios para 2024, la alta dirección de Pemex, ya ajustó su meta a 1 millón 965,000 barriles diarios, lo que representa una disminución de 27% respecto a aquel optimista escenario de 2019.

Observando el mediano desempeño de Pemex en estos cuatro años de gobierno, no cabe duda que se presenta una espléndida oportunidad para que en un nuevo acto de simulada candidez, el presidente López Obrador nos sorprenda una mañanera de éstas reconociendo que aquel lance retórico cuando declaró siendo candidato que “de cuando acá, se requiere tanta ciencia para extraer petróleo”, fue porque también pensó que esa compleja actividad era como una buena tortilla con chile y frijol, figura que la semana pasada señalé que utilizó para sobre simplificar lo que entendió sería el reto de desplegar una red a nivel nacional para llevar Internet a todo el país.

Así como con el Internet y el petróleo, hay muchos ejemplos de metas establecidas sin una base razonable que las respaldara. Han transcurrido cuatro años y seguimos escuchando argumentos de por qué las resistencias neoliberales del pasado no han permitido que se logren esas metas, cuando en realidad no son tales resistencias, sino algo más simple: no se han cumplido porque se hicieron con base en programa o proyectos armados sobre las rodillas.

Eso sí, se han invertido cuantiosos recursos de los contribuyentes tanto en el audaz y poco sustentado proyecto de rescate de Pemex como en el sueño de llevar señal de Internet a todo el territorio nacional, y tantos otros ejemplos, que sabemos se han excedido en forma importante sobre lo originalmente ofrecido. Se trata de cuantiosos recursos que en su momento habrán de ser sometidos a la revisión de las autoridades especializadas, tal como ocurre en cualquier sociedad democrática madura. Una cosa es segura, se avecina el momento de la rendición de cuentas.

@GerardoFloresR

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