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Competencia: asignatura pendiente

Ernesto Piedras/ El Economista

No cabe duda que queda aún un largo camino por recorrer para alcanzar la competencia efectiva en el mercado de telecomunicaciones móviles. Conviene aquí evitar confundir dicha competencia efectiva con la simple presencia de un cierto número de operadores en el mercado, sino que representa más bien la nivelación de las condiciones de operación para todos ellos, en beneficio de los consumidores.

En este sentido, el mandato del nuevo Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel) es la promoción y supervisión del mercado de telecomunicaciones en materia de competencia, que en su nueva configuración adiciona las anteriores atribuciones que correspondía a la Comisión Federal de Competencia en el combate a las prácticas monopólicas y la prevención o eliminación de la concentración en los mercados.

Medición de la competencia en telecomunicaciones móviles

Han transcurrido dos décadas y media desde que incursionaron las telecomunicaciones móviles en el país y todavía tenemos un segmento móvil altamente concentrado. Con el advenimiento de técnicas regulatorias se ha logrado habilitar competencia en los mercados ya privatizados, después de haber operado como monopolios gubernamentales y con elevado grado de éxito en muchos lugares del mundo. No así en México.

El segmento móvil constituye el mayor de las telecomunicaciones en México y representa 57% de los ingresos totales generados en el sector en su conjunto, con crecimientos que sistemáticamente triplican al del PIB, derramando servicios a 102.2 millones de líneas.

Aun así, mostrando niveles de concentración inauditos. En efecto, en México el operador móvil principal (incumbente, dominante o como se quiera denominar a su capacidad de influir en evitar la baja de precios y así extraer el excedente del consumidor), Telcel, ostenta más de 70 % del mercado, tanto en número de líneas móviles como en proporción de ingresos del segmento.

Desde el punto de vista económico, el grado de competencia en un mercado, o inversamente de concentración, se mide con el índice Herfindahl-Hirschman que se calcula con la sumatoria de los cuadrados de la participación de mercado de cada operador. Su valor oscila entre 0 (alto grado de competencia) y 1 (alta concentración del mercado). Cuando el índice se ubica entre 0 y 0.1 se considera como un mercado sin concentración; entre 0.1 y 0.18 está moderadamente concentrado, y cualquier cifra entre 0.16 y 1 denota un mercado altamente concentrado. En México, al cierre de la gestión de la Cofetel, este índice fue de 0.54 para las telecomunicaciones móviles, tres y media veces el límite de un mercado moderadamente concentrado. Incluso, la concentración en el mercado luce prácticamente igual que al inicio del último periodo regulatorio (2010), es decir, que en la gestión de la recién extinta Cofetel, el avance en materia de competencia fue nulo.

Con todo, México es el único país que se dice en competencia con casi tres cuartas partes del mercado en manos de un solo operador, que cabe destacar, pertenece al mismo grupo que el dominante fijo, que de manera similar mantiene una participación de cuatro quintas partes de los ingresos por telecomunicaciones fijas y casi tres cuartas partes de las líneas fijas, además de poseer más de la mitad de los servicios de banda ancha en el país.

Así, menuda tarea y con sentido de urgencia (¡esperemos!) tiene el nuevo Ifetel. Es entonces importante sumar todas las fuerzas regulatorias, académicas y de todo tipo de organizaciones, en este esfuerzo de promoción de la competencia efectiva en el mercado, a la vez de su monitoreo regular para medir avances.

Twitter: @ernestopiedras

 

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