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El General que va a definir el TLC

El gobierno del presidente Donald Trump está pasando por una mala racha. Es su peor momento desde que asumió hace seis meses la presidencia del, hasta ahora, país más importante del mundo. En el frente doméstico, no ha podido derogar y mucho menos avanzar un plan de salud que sustituya el “Obamacare” –y en el proceso, varios legisladores de su partido (republicanos) se le rebelaron a pesar de fuertes presiones. También en el plano doméstico, tiene los niveles de aprobación más bajos en la historia reciente de los presidentes norteamericanos y su enfrentamiento con varios de los medios de comunicación más importantes de aquél país (CNN, New York Times, Politico, MSNBC) ha ido en aumento.

En el plano internacional las cosas no van mejor. Los norcoreanos retan una semana sí y otra también a Estados Unidos y sus aliados asiáticos con el lanzamiento de misiles intercontinentales y pruebas nucleares. Con los chinos, en los que confiaba para disciplinar a Corea del Norte, ya también hay malestar pues el presidente Trump señala que no le han ayudado y que solamente se aprovechan de ventajas comerciales indebidas. Éstos, por su parte, han hecho el fin de semana un enorme despliegue militar, mostrando nuevas armas, en Mongolia, para dejar ver que no se intimidan.

Por su parte, Rusia se ha molestado con el Congreso de Estados Unidos pues ha votado nuevas sanciones económicas contra empresas y gobierno rusos. Aunque el presidente Trump aún no ha ratificado la medida, el presidente ruso, Vladimir Putin, ya ordenó “retirar” de Rusia a más de 700 diplomáticos norteamericanos. Y, además, el domingo, en San Petersburgo hubo también un gran despliegue naval —ruso y chino— dirigido a Estados Unidos.

Así que, en la política interna y externa, la pérdida de influencia del gobierno de Trump es delicada. Esto llevó en buena medida a un reacomodo en la Casa Blanca en las posiciones estratégicas de Jefe de Gabinete, con la llegada del General John F. Kelly y de un nuevo director de comunicación, pendiente de nombramiento (ante la renuncia de Anthony Scaramucci, quien duró escasos 10 días en el cargo, y cuya dimisión es parte del control que el General busca para una Casa Blanca muy desordenada).

Ahora, un nuevo equipo tiene que ayudar a reencausar la administración de Trump y lidiar con una compleja situación global que apunta a que otras grandes naciones buscan ganancias ante una percepción de debilidad y confrontación interna entre la clase política norteamericana, a la par de un alejamiento con sus aliados europeos de hace 70 años.

En este contexto llega el nuevo Chief of Staff de la Casa Blanca, un General que conoce muy bien a América Latina, fue hace unos años jefe del comando sur del ejército estadounidense y más recientemente, como Secretario de Seguridad Interior, lidió con los problemas de la agenda binacional, tales como migración, narcotráfico y justicia. De hecho, en buena medida el General ya venía desempeñándose como líder para todos los temas binacionales con México.

¡Y su discurso fue sorpresivo! Con siempre una buena mano izquierda, fue el primer funcionario de alto rango que reconoció que Estados Unidos, por su alta demanda de droga, era en buena medida el causante de la matazón que está ocurriendo en México. Con ello, se acercó al discurso que los funcionarios mexicanos vienen dando desde hace dos décadas y además reiteró que la solución a todos estos problemas era binacional.

Él también ha estado al frente de la dura reacción que el gobierno norteamericano ha tomado frente a Venezuela (sancionando incluso en lo personal a Nicolás Maduro) y conoce de los riesgos que podría traer aparejados un México inestable. Y ese es un frente que no desea abrir.

Incluso, el General Kelly tiene experiencia en conflictos urbanos, pues lideró a la guardia nacional y a los marines cuando en 1992 tuvieron que salir a las calles de Los Angeles a lidiar con rapiña y actos vandálicos protagonizados por las minorías afroamericanas y latinas a raíz del caso de Rodney King.

Además, al igual que el resto de los altos mandos militares de su generación, está seguro de que el conflicto militar-económico que tendrá Estados Unidos será con China, no sólo por su ambición, sino también por su necesidad de expansión, dados los 1.3 mil millones de personas que habitan en el país asiático. Así pues, los actuales mandos norteamericanos saben que el conflicto con China es inminente y saben además que, de no ser por el avance tecnológico norteamericano, por los números y la cantidad de chinos que se lanzarían a un conflicto, sencillamente serían rebasados.

Aquí es donde México se vuelve crucial en dos vertientes: i) un vecino inestable en el sur distraería, de Asía, importantes recursos militares de Estados Unidos; y ii) el TLC sencillamente le agrega a los 326 millones de americanos un 50% más de población (130 millones de mexicanos y 37 millones de canadienses). Números que son crudos, pero así es la realidad en los escenarios bélicos.

Desde luego, la negociación que a partir del 16 de agosto se tendrá, en Washington DC, entre México y Estados Unidos no será sencilla. Ya el gobierno norteamericano, por conducto de su representante comercial (USTR), informó a su Congreso de los temas que buscan renegociar: comercio de productos, barreras técnicas al comercio, buenas prácticas regulatorias, comercio de servicios (telecomunicaciones y servicios financieros), comercio digital de productos, además de los flujos de datos transfronterizos, inversión y propiedad intelectual.

Pero la presencia del General Kelly —quien ahora incluso tiene también mando sobre el USTR— parece garantizar elementos objetivos en la negociación del TLC. Y no son meras ocurrencias: Es mi opinión que luego de varios traspiés del gobierno de México, los secretarios Videgaray (SRE) y Guajardo (SE) han hecho un gran papel en identificar temas y aliados para la negociación, además de haber construido una interlocución seria con varios funcionarios del actual gobierno de Trump. Así, la llegada de Kelly parece ser una luz al final del túnel y, como hemos visto desde ayer, con su primer día en funciones, intenta ordenar un gobierno plagado de vendettas y ausencia de rumbo.

El General y los demás funcionarios seguramente tomaron nota de las imágenes que los presidentes de Rusia y China les hicieron llegar el fin de semana: imponentes desfiles militares y los buques más modernos de ambas armadas pasando, juntos, revista ante Vladimir Putin.

El juego ya está cantado. Estados Unidos debe decidir con quién se quiere preparar para el futuro, pues solo no le alcanza. Falta ver también si México y Canadá aceptan sus condiciones. El escenario para una buena negociación está puesto.

También, se corre el riesgo de que sin importar el número de generales que Trump ponga en su gabinete (ya tiene cuatro) el orden siga ausente, los desatinos persistan y no se logre una negociación favorable para las partes que conforman el TLC, pero los eventos del fin de semana en Estados Unidos, en Asia y en Europa ponen a México en una posición inmejorable. Asimismo, dependerá de nosotros que la sepamos aprovechar con un vecino con el que, además de una enorme frontera, compartimos múltiples lazos y oportunidades.

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