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El bucle

Eduardo Ruiz Vega

La Razón de México

Las personas que leen o escuchan noticias financieras, seguramente han escuchado repetidamente el término `bucle local`. La referencia, confusa para muchos, no se refiere a un `rizo de cabello en forma helicoidal` que es como define `bucle` el Diccionario de la Lengua Española, sino a la infraestructura de acceso con la cuentan los operadores de telecomunicaciones cuyas redes han sido desplegadas en forma alámbrica.

En cualquier negocio cuyo objeto consiste en distribuir bienes o servicios al menudeo, el acceso al consumidor o usuario final, según sea el caso, es el segmento más valioso de la cadena comercial respectiva. No importa si hablamos de refrescos, botanas, cigarrillos, chicles, verduras, por mencionar algunos bienes de consumo, o bien, como sucede en el ámbito de las telecomunicaciones, de señales de voz, datos o video. El acceso al consumidor o usuario final, a través de infraestructura o redes de distribución, resulta imperativo y quien lo tiene se ubica en una posición competitiva de excelencia.

La telefonía fija nació y se desarrolló en prácticamente todo el mundo como un monopolio natural. En la mayoría de los casos, como sucedió en México, el monopolio telefónico era propiedad del Estado y posteriormente fue privatizado. En nuestro país la red telefónica nacional desplegada durante décadas por el Estado mexicano con acciones y recursos públicos, tanto troncal como de acceso de última milla o bucle local, es propiedad de Telmex.

Habrá personas que afirmen que la red privatizada a Telmex no es la misma que dicha concesionaria opera en la actualidad, ya que la empresa ha realizado millonarias inversiones a partir de su privatización para expandir y modernizar su infraestructura. Sin embargo, estas afirmaciones resultan imprecisas en un aspecto central: la red de Telmex no es replicable; en la actualidad no es económicamente factible cablear un país de las dimensiones del nuestro y los derechos de vía, incluyendo los atinentes al bucle local, son los activos más valiosos que dejaron el patrimonio nacional cuando ocurrió la privatización.

Por ello, desde que se modificó su concesión en 1990 y posteriormente con la emisión de la Ley Federal de Telecomunicaciones en 1995, se planteó la obligación de que Telmex conceda el acceso desagregado a su infraestructura para poder generar competencia efectiva en la prestación de servicios de telecomunciaciones a nivel local. Obligación conocida hoy en día como `desagregación del bucle local` a la cual simple y sencillamente no se ha dado cumplimiento.

Telmex siempre ha argumentado que desagregar su bucle local o última milla inhibirá las inversiones en el sector. Obviamente, este argumento mañoso tiende a sostener que sus competidores no invierten lo suficiente. El éxito de su defensa es patente e incuestionable, ya que Telmex, después de década y media de apertura a la competencia, mantiene cerca del 80 por ciento del mercado de telefonía. La razón es muy sencilla: es el único operador que puede acceder al usuario por las rutas y derechos de vía que le privatizó el Estado mexicano. ¡Chapó!

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