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Que tu smartphone no arruine tu carrera empresarial

El tema de la etiqueta de los smartphones ha estado surgiendo en mis reuniones de negocios últimamente. Si me pidieran que mencionara el dispositivo que ha cambiado al mundo y la forma en que vivimos en él, yo elegiría al smartphone por encima de la computadora personal.

Actualmente hay más de 7 mil millones de suscripciones de telefonía móvil activas; aproximadamente el mismo número que la población total del mundo. La repentina ubicuidad del smartphone explica por qué los modales se han vuelto un problema tan grande.

Llamar al dispositivo un “teléfono” es equivalente a llamar a la Quinta Sinfonía de Beethoven una “melodía”. Mi descripción favorita del smartphone proviene de un amigo que es dado a decir: “Muy bien, es hora de conectarme con mi cerebro alterno” mientras busca su teléfono para googlear alguna información desconocida; habitualmente para solucionar definitivamente una discusión.

Mi primer teléfono móvil me lo regaló Motorola, justo antes del intento de 1985 de Virgin de romper el récord del cruce del Atlántico más rápido en barco, o en nuestro caso, una lancha de carreras de 32 toneladas, el Virgin Atlantic Challenger. El dispositivo venía con un gran auricular parecido a los teléfonos de casa que estaba conectado por un cable a un elegante maletín de piel que contenía una batería y cualquier otra cosa que hiciera que todo funcionara. Todo pesaba al menos 2.3 kilos.

Recuerdo haberlo usado un par de veces en la Ciudad de Nueva York y pensar: “Esto podría pegar si sólo pudieran hacerlo más pequeño”.

Desafortunadamente, el Challenger y mi elegante teléfono nuevo terminaron en el fondo del Atlántico unos días después, luego de que golpeamos un objeto sumergido y nos hundimos en segundos, a poca distancia de las islas Sorlingas, al sudoeste de Inglaterra. Fuimos rescatados por un barco bananero que pasaba.

Nadie previó cómo estos dispositivos transformarían nuestras vidas, permitiendo todo, desde la banca personal en las naciones en desarrollo hasta servicios de taxis disruptivos en los países desarrollados. A menudo me he preguntado cómo habría reaccionado yo si alguien se me hubiera acercado hace 25 años y me hubiera dicho: “Richard, tengo esta idea realmente interesante para una cámara que funciona también como teléfono”. Espero que le hubiera respondido: “Suena grandioso, cuéntame más”, aunque nunca lo sabremos con seguridad.

Pero regresemos al presente. Ya que no soy un nativo digital, estoy muy consciente de cuándo elijo usar mi smartphone y por qué. Si eres un líder de negocios o un emprendedor, es importante que pienses en cómo compartes tus ideas.

¿Cuántas veces has enviado una serie de mensajes de texto o correos electrónicos cuando una simple llamada telefónica habría sido más rápida?

¿Cuántas veces has enviado un mensaje de texto a alguien a unas oficinas de distancia en vez de caminar por el corredor y hablarle directamente? Para realizar un diálogo significativo, es necesario mirar a la otra persona a los ojos. Ya sea que estés contactando a colegas, proveedores o inversionistas, considera qué forma de comunicación funciona mejor para tu mensaje. Pregúntate: ¿ayudará a concretar la relación de negocios?

De manera similar, no puedes permitir que tu teléfono te distraiga en momentos críticos. Recientemente estuve en una reunión de negocios de media hora con alrededor de una docena de personas, varias de las cuales pasaron al menos 20 de los 30 minutos en llamadas telefónicas en susurros o tecleando furiosamente mensajes de texto y correos electrónicos.

Ese comportamiento es notado y, en vez de hacer que el perpetrador parezca importante, es simplemente poco respetuoso para la persona que encabeza la reunión. El mensaje que envía es sencillo: “tengo cosas más importantes que hacer que asistir a esta reunión”. Llámame anticuado, pero si algo es tan importante que no pueda esperar, la mejor manera de manejarlo es decir: “Lo siento, tengo que salir y atender esto”.

Finalmente, los negocios giran en torno de las relaciones. No importa cuán grandioso sea tu discurso de presentación o producto, si no te ganas y conservas la confianza de los inversionistas, empleados, clientes y todos los demás involucrados en mantener en marcha tu empresa, esta rápidamente se tambaleará. Para un emprendedor, conseguir ese tipo de apoyo requiere la habilidad de escuchar; lo cual significa que tienes que dejar de lado tu teléfono.

Cuando zozobré, no me aferré a mi pesado teléfono móvil, ya que probablemente me habría arrastrado al fondo del océano. No permitas que el tuyo ponga en peligro tu carrera en los negocios.

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