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Mamás, trabajo y regreso a clases en plena pandemia

2020.08.31

Vía El Economista

El ciclo escolar 2020-2021 comenzó. Cerca de 30 millones de estudiantes iniciaron clases desde casa. Además de las desigualdades en el acceso efectivo a las telecomunicaciones, las mamás advierten ya, a través de sus historias, un impacto importante en el mercado laboral femenino y una agudización de la disparidad en el sistema de cuidados y labores domésticas.

El 24 de agosto comenzó de manera virtual el ciclo escolar 2020-2021 para todos los estudiantes de educación básica. A través de televisores, computadoras, tabletas electrónicas o celulares los niños y jóvenes mexicanos tomarán sus clases acompañados de sus familiares, principalmente de sus madres, en medio de la pandemia de coronavirus.

El impacto no sólo será para las madres que tienen ocupaciones remuneradas fuera del hogar, también lo es para las que se encuentran autoempleadas e incluso para quienes se dedicaban previamente al trabajo doméstico no remunerado.

En México las tareas domésticas, de cuidados y acompañamiento dentro de los hogares recaen de manera desproporcional en las mujeres. La población femenina dedica cerca de tres veces más tiempo a las labores de limpieza, cuidado de los hijos o personas de la tercera edad, de acuerdo con cifras del Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía).

Estas desigualdades se han pronunciado de manera importante durante la pandemia; antes del regreso virtual a clases ya se registraba que 6 de cada 10 mujeres que tienen ocupaciones remuneradas están laborando desde sus hogares y el 34% de ellas ha declarado que además del home office también se han incrementado sus labores dentro del hogar.

Nancy, Alejandra y Paola son madres y, aun con sus diversas situaciones de vida, comparten dos preocupaciones: que sus hijos e hijas puedan continuar con sus estudios y no presenten rezago educativo y que el tiempo les alcance para poder acompañarlos en el proceso.

Alejandra, quien trabaja como cocinera de tiempo completo, está divorciada y tiene la custodia de su hijo único, Juan Carlos. En entrevista con El Economista dijo que el nuevo formato del ciclo escolar está a punto de romper la estabilidad económica y emocional en la que se encontraba.

“Cuando recién empezó la pandemia y el restaurante donde trabajo cerró, tuve miedo de perder mi trabajo. Afortunadamente no fue así y el tiempo de estar en casa sirvió para acompañar a mi hijo en sus clases virtuales, que fue como terminó el ciclo escolar pasado. Ahora que regresamos a trabajar los que pudimos seguir en el trabajo, pues no sé cómo le voy a hacer. La escuela era la única alternativa para que yo pueda trabajar y tener una mejor economía”, dijo Alejandra.

Antes de la pandemia, el horario de trabajo de Alejandra era de 8 de la mañana a 4 de la tarde. La abuela pasaba por Juan Carlos a la escuela y lo cuidaba hasta que Alejandra pasaba por él. En casa se encargaba de su comida, de las tareas escolares, de sus actividades de esparcimiento y también de la limpieza y arreglos del hogar.

“Yo no puedo dejar de trabajar porque mi sueldo es el único. Mi mamá (la abuela) se ofreció a cuidarlo mientras yo trabajo y él toma sus clases en la computadora. Pero yo sé que se va a atrasar, porque aunque su abuela esté viendo por él no puede ayudarlo en muchas materias o sus tareas. No tenemos otra opción. La primera semana pedí permiso para tomar el turno de la tarde para ver cómo funcionan las clases y cómo están los horarios y sus ejercicios, pero ya para esta semana tengo que ir por la mañana; ese es mi turno”, dijo.

En el mercado laboral formal, las mujeres representan cerca del 40% de las ocupaciones remuneradas totales. Además, la población femenina que trabaja fuera del hogar tiene ocupaciones más precarias; en México sólo 3 de cada 10 puestos de alto rango son ocupados por mujeres, según cifras de la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo).

El tiempo dedicado por las mujeres al trabajo del hogar, además de sus propias ocupaciones fuera de casa, asciende a 40 días al año en promedio, mientras que para los hombres se reduce a 16 días, de acuerdo con cifras del Coneval.

Paola tiene un salón de belleza en el que trabajan ella y su hermana. Desde que se inició la pandemia ha enfrentado un recorte importante de sus ingresos laborales por las medidas sanitarias y la reducción de clientes, pero con sus ingresos y los de su esposo han podido solventar los gastos educativos y el incremento en los gastos del hogar por las clases en línea.

“En útiles y libros el gasto ha sido igual que el año pasado, pero el internet sí lo hemos tenido aumentar y el gasto es mayor, porque en casa no lo teníamos contratado porque casi todo el tiempo estamos en la estética, pero ahora sí lo necesitamos”, dijo Paola.

Con diversidad y distintas situaciones se encuentran miles de mujeres en México, que han tenido que adecuar sus actividades de autoempleo a los tiempos de clase de sus hijos e hijas. Desde las que tienen pequeños negocios en establecimientos o las mujeres que laboran en puestos ambulantes.

Las mujeres, también son mayoría en los sectores económicos más vulnerables y afectados por la crisis Covid-19, específicamente en el sector salud, en el trabajo doméstico, los servicios de hospitalidad y preparación de alimentos y en el comercio minorista, según datos del Inegi.

“Yo creo que la pandemia ha traído muchos cambios para todos, yo me siento afortunada de tener la opción de poder estar con mi hija, de poder trabajar y al mismo tiempo de acompañarla, ya que no todas las mamás pueden. Yo he disfrutado mucho más a mi hija. Ahora en el regreso a clases he tenido que cambiar las dinámicas en mi trabajo. Hay lapsos donde el estrés se hace muy presente y he tenido que detener algunas actividades de mi trabajo para poder dedicar ese tiempo a ayudar mi hija”, dijo.

Nancy vive una situación distinta. Desde que tuvo a su primera de tres hijos se dedicó al trabajo doméstico y de cuidados. Un trabajo no remunerado, por supuesto. Su rutina se ha modificado de manera importante debido a la pandemia.

“Empezando con el encierro y el hecho de que mi esposo perdió su trabajo, pasé de estar sola en la casa con mis rutinas y mis tiempos a estar todos los cinco juntos en casa. En ese momento las tareas se repartían entre él y yo pero ahora que encontró trabajo y tiene que ir a la oficina pues yo tengo que ayudar a mis tres hijos”, dijo a El Economista.

Una de las problemáticas del trabajo doméstico no remunerado es la desvalorización e invisibilidad de las actividades que implica. “La gente e incluso a veces una misma piensa que lo que hacemos no es trabajo, porque siempre está hecho, pero cuando falta es cuando te das cuenta de todo lo que implica. Yo la verdad sí ruego por que las clases presenciales puedan regresar pronto, sí por mis hijos y su educación, pero también por mí, por la dificultad para hacer actividades individuales y del hogar y hasta por el impacto económico de que estén aquí en casa”.

“Emocionalmente también ha sido muy difícil porque además son tres y al mismo tiempo tengo que estar para ellas dos y para él, que es el más chiquito. A veces no llevan bien el ritmo, se pierden y se frustran y yo como mamá también cargo con esas emociones. Estar en la casa es, además de todas las actividades de limpieza y cuidados, a veces hasta de primeros auxilios y ahora también de ‘intento de maestras’ y es muy complicado porque no recibes nada, no descansas. Digamos que esta jornada nunca acaba”, dijo.

El regreso a clases desde casa no sólo impacta en el tiempo de las mamás y en su estabilidad. “Lo vemos también en la economía del hogar. Tuvimos que comprar una computadora y otra tableta económica porque los tres necesitan tener su propio dispositivo para tomar sus clases. Tuvimos que ampliar el internet porque era imposible, se trababa todo el tiempo y, bueno, gastamos más en comida y en luz”, dijo Nancy.

“Considero que sí es muy importante visibilizar este trabajo de la casa, los cuidados y sobre todo también el papel esencial de los padres en la crianza de los hijos y las hijas. Enfatizar que es una colaboración entre todos y que la ayuda que los padres o hijos dan en casa no es un favor para las mamás, sino una responsabilidad compartida”, dijo.

En México las labores de trabajo doméstico no remunerado tienen un valor económico que equivale a 24% del PIB nacional, y cerca del 76% de este trabajo lo realizan sólo las mujeres, independientemente de si trabajan o no fuera de casa, de acuerdo con la Cuenta Satélite de Trabajo No Remunerado de los Hogares del Inegi.

Si a las mujeres se les pagaran las tareas que realizan de manera no remunerada en sus hogares, el valor per cápita ascendería a 59,617 pesos anuales o casi 5,000 pesos mensuales.

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