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Los ocho números olímpicos sobre Río de Janeiro 2016

Ayer se corrió la final de los 100 metros. Ocho fueron los finalistas, y ocho son los números olímpicos que damos sobre Río 2016.

1. Si Píndaro viviera, ¡con qué facilidad compondría odas a los héroes de nuestro tiempo! Las gestas de Phelps, Simone Biles, Usain Bolt, Mo Farah, parecen llegar a cotas inalcanzables. ¿Quién logrará acercarse siquiera a las 23 medallas de oro de Phelps? Los que más cerca le siguen tienen a lo más nueve oros. En ese grupo están la gimnasta rusa Larisa Latynina, el atleta finlandés de media y larga distancia Paavo Nurmi, el nadador Mark Spitz y el velocista Carl Lewis. Usain Bolt podría sumarse a ese grupo si gana las tres pruebas que disputará en Río (100 m., 200 my 4×100). Simone Biles, con 19 años y en sus primeros Juegos Olímpicos, pretende colgarse cinco oros, algo que ni Nadia Comaneci, la niña perfecta, la del diez en Montreal, logró en unos solos juegos.

MÁS PROFESIONALES

2. Estos hitos han ido acompañados por una mayor profesionalización de las olimpiadas, desvaneciéndose el espíritu amateur que inspiró al barón de Coubertin. En el año de 1988, los tenistas profesionales llegaron a los juegos, y en 1992 lo hicieron los basquetbolistas de la NBA, el famoso “Dream Team”. Por tanto, y pese a que Phelps, Biles o Bolt son las grandes estrellas de estos juegos, no son ellos los que más ganan, sino los mejores basquetbolistas y tenistas. Según la lista de Forbes, los deportistas que acudirán a la justa olímpica que más dinero se embolsaron entre sueldos, premios y patrocinios durante el último año son el jugador de la NBA Kevin Durant, con 56.2 millones de dólares, seguido de Djokovic (55.8) y Neymar y Nadal (37.5 mdd cada uno). De entre los atletas, sólo sobresale Usain Bolt (32.5 mdd).

3. Sin embargo, la mayor parte de los 10,500 deportistas provenientes de 206 países que compiten en Río, difícilmente podrían vivir con el dinero que hacen como atletas. Algunos, sí, convierten sus medallas en millones de dólares. Es el caso de Michael Phelps, cuya riqueza, según Forbes, se eleva a los 55 mdd. O lo que apenas está logrando Simone Biles, con un patrimonio de 2 mdd. Sin embargo, no hay para mucho más. Por ejemplo, en la natación, Ryan Lochte, uno de los rivales de Phelps, con doce medallas olímpicas durante su carrera, seis de ellas de oro, cuenta con un patrimonio de 3 mdd,  mientras que Aly Raisman, quien fue medalla de plata por detrás de Biles en la final individual de gimnasia en Río, y quien cuenta con 5 medallas olímpicas, tres de ellas de oro, cuenta con una riqueza de 500,000 dólares. ¿Qué será de aquellos deportistas que no logran la gloria olímpica o que compiten en especialidades menos populares? La mayoría aspira a que el éxito internacional les dé la notoriedad y celebridad suficiente en su país para, una vez retirados, tener su propio negocio o escuela de entrenamiento o ser comentarista de televisión. De nuevo, incluso la riqueza de esos héroes queda muy por debajo de la de otros deportistas. En Río, los deportistas más acaudalados son los tenistas, con Serena Williams a la cabeza (145 mdd de riqueza neta) seguido de Djokovic (130) y Nadal (125).

4.  La profesionalización trajo consigo las trampas. Los casos de dopaje han ido en aumento, en parte por un mayor rigor en los exámenes, lo que está resquebrajando los pilares del olimpismo. El más sonado fue el de Ben Johnson en la final de 100 metros de Seúl 88, la que se ha denominado la carrera del siglo, donde un explosivo Ben Johnson hizo pedazos a Carl Lewis y destrozó el récord del mundo. La gloria le duró dos días, el tiempo en que saltó a las primeras planas el escándalo de que iba dopado con estanozolol. De la gloria pasó a la infamia deportiva. Lo malo es que existen sospechas de que varios atletas de dicha final, incluyendo al inmaculado Carl Lewis, iban dopados.  En aquellos juegos, los casos de dopaje fueron 10. En Londres 2012, se descubrieron 39. Por tanto, todavía resuenan en los oídos la lapidaria frase de Charlie Francis, entrenador de Ben Johnson: “Si alguien está limpio, será un perdedor”.

COMERCIALIZACIÓN

5. Ahora bien, la profesionalización, el hecho de reunir a los mejores, a la gran élite deportiva, también trajo consigo la comercialización de los juegos, atrayendo a los medios de comunicación de masas y a los patrocinadores privados. Cada año, los ingresos de marketing superan a los del año previo y, por tanto, los de Río serán los que más dinero recauden de toda la historia. Los derechos de retransmisión es la principal fuente de ingresos, y en Río alcanzarán una cifra récord de 4,100 mdd gracias al masivo pago de NBC Universal, de 1,230 mdd.

6. Los ingresos totales para Río, incluyendo los patrocinios privados y venta de boletos, se estiman en cerca de 9,300 mdd, comparado con los 8,046 mdd de Londres. Carlos Slim, a través de América Móvil, cuya marca en Brasil es Claro y da servicios a más de 60 millones de clientes así como de la operadora de servicios Net, pagó 320 mdd. Otros patrocinadores oficiales de Río 2016 son el mayor banco de Brasil, Brasdesco, la operadora de telefonía Embratel, la empresa de correos brasileña Correios, y Nissan. A su vez, el Comité Olímpico cuenta con patrocinadores mundiales como son Coca-Cola, Bridgestone, Dow Chemical, General Electric, McDonald’s, Procter & Gamble y quien mide el tiempo, Omega, los cuales han contribuido cada uno hasta con 120 mdd. El 10% de los ingresos totales los recibe el Comité Olímpico Internacional.

SE ELEVAN COSTOS

7. Ahora bien, los costos también se suelen disparar respecto a los montos originalmente planeados. Aquí se incluyen tres rubros fundamentales: la infraestructura de las instalaciones deportivas, la destinada a transporte y alojamiento y los costos operacionales como administración, seguridad, así como las ceremonias de inauguración y clausura. Las olimpiadas más caras fueron las de Pekín 2008, cuyo costo fue de 45,000 mdd cuando inicialmente se contemplaba un gasto de 20,000 mdd, lo que de por sí habrían significado los más caros de la historia. Río se erige como las segundas olimpiadas más costosas con 20,000 mdd, también por encima de los 14,000 mdd originalmente previstos.

8. En consecuencia, y a simple vista, se percibe que los costos más tangibles superan a los ingresos más fáciles de cuantificar, por lo que no queda claro que sea lucrativo para una ciudad organizar unos juegos olímpicos. Es verdad que existen beneficios menos tangibles como la rentabilidad de largo plazo que deja el legado olímpico, sobre todo en infraestructura para la ciudad, si bien algunas instalaciones olímpicas quedan abandonadas.  Aun así, casos como Montreal 76, Barcelona 92, o Atenas 2004 revelan las elevadas cargas de deuda que implicaron para sus países, y las consiguientes crisis económicas que padecieron. En el caso de Río, la economía brasileña, que atraviesa la peor crisis en décadas, se parece poco a la refulgente nación que asombraba al mundo hace apenas unos años, cuando ganó la candidatura olímpica. Los únicos juegos que han reportado una utilidad fueron los de Los Ángeles 84, donde se aprovecharon las instalaciones existentes y los ingresos de retransmisión se dispararon, lo que generó una ganancia operativa de 215 mdd.

 

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